martes, 31 de julio de 2012

Comunicado sobre las Maniobras de la Industria Farmacéutica

Por este medio hacemos pública nuestra profunda preocupación por todas las maniobras realizadas por la industria farmacéutica nacional dentro de las denunciamos:
  1. Las farmacias han elevado de manera deliberada el precio de los medicamentos, difundiendo entre la población que es debido a la Ley de Medicamentos.
  2. En algunas farmacias han colocado rótulos diciendo que se prohíbe dar consulta médica por que lo prohíbe la Ley de Medicamentos, cuando esta prohibición data de la Ley de farmacias Emilita en 1927, la cual desde esa fecha han irrespetado por convertirse en juez y parte al participar del ente rector.
  3. Han manifestado que  mantienen detenido el 90% de su plan de inversiones anual de aproximadamente 50 millones de dólares, debido a que la Ley de Medicamentos, no es ningún incentivo para continuar creciendo.
    1. Recientemente han planteado la reforma del Artículo 5 de la Ley de establece: “.- Ningún integrante de la Dirección deberá tener relación directa o indirecta con la industria farmacéutica en el periodo asignado o en los últimos cinco años.

Así mismo ningún miembro del personal de la Dirección Nacional de Medicamentos, incluyendo el personal del Laboratorio de Control de Calidad y cualquier otra dependencia, deberá  desempeñar los cargos de regente de establecimientos farmacéuticos, jefe de control de calidad u otro en que de cualquier manera intervenga en aspectos técnicos, económicos, financieros, administrativos, visita médica así como servicios contratados directamente o a través de terceros, incluyendo relaciones en cualquiera de los campos citados directamente o a través de parientes hasta un tercer grado de consanguinidad y segundo grado de afinidad en el periodo asignado o en los últimos cinco años.
Tratando con ello de revertir el cese de los conflictos de interés y queriendo saltar de nuevo a controlar el nuevo ente creado por la Ley de Medicamentos, la DNM:

Por tanto urge la implementación de la ley de medicamentos, aprobada el 22 febrero por la Asamblea Legislativa.
Aplaudimos que a partir del pasado 26 de junio se cuenta  con un presupuesto de $2.406,000 millones de dólares,  aprobado por la actual legislatura.  Es necesario que la Dirección Nacional de Medicamentos (DNM.
Sin embargo al  no agilizar la ejecución de la ley se afecta  el bolsillo de la población,  que se avoca para la compra de medicamentos en cadenas de farmacias privadas, encontrándose un incremento sustancial en el pago de la población por cada medicamento comprado en las farmacias privadas.

HACEMOS UN LLAMADO :
  • A los honorables Diputados de la Asamblea Legislativa a no retroceder con lo avanzado por ustedes el 22 de Febrero cuando aprobaron con la ley con el concurso de todos los  Partidos Políticos.
  • A la población salvadoreña a no dejarse engañar por las farsas  de la industria farmacéutica que lo único que buscan es deslegitimar la ley para volver al pasado, y seguir abusando del mercado de medicamentos en detrimento de la vida de la población.
  • A la Dirección Nacional de Medicamentos
    • A agilizar la  elaboración, publicación y puesta en marcha de el Reglamento de la presente ley de medicamentos (como lo mandata el articulo 6 y 16)
    • Establecimiento en conjunto con el MINSAL  el Listado Oficial de Medicamentos (LOM) (Artículo 6).
    • Listados de medicamentos de venta libre (Artículo 6).
    • Establecimiento del precio de referencia de venta máximo al público este lo determinara la DNM tomando como base el Precio Internacional de Referencia (PIR).
San Salvador, 30 de Julio de 2012.

ALIANZA CIUDADANA EN CONTRA DE LA PRIVATIZACIÓN DE LA SALUD
FORO NACIONAL DE SALUD

miércoles, 4 de julio de 2012

Estados Unidos: Los límites de la reforma sanitaria El carácter clasista de los servicios de salud

El carácter clasista de los servicios de salud

Alainet

Es muy curioso que en Estados Unidos, donde las diferencias de clase son tan acentuadas, sea prácticamente un tabú el referirse a las clases sociales. Se habla de los ricos (“the wealthy”) y de los pobres (“the poor”) pero expresiones como “clase dominante”, “clase privilegiada”, “clase obrera o trabajadora”, etc., no se mencionan. En contraste, se utiliza mucho el término “clase media”, seguramente porque refuerza el mito según el cual, a despecho de las desigualdades de ingresos y de riquezas acumuladas, las diferencias sociales resultan irrelevantes ya que todos los ciudadanos, ricos o pobres, son iguales ante la ley, tienen acceso a servicios de educación y salud y disfrutan de los bienes de consumo. Siguiendo esta línea de pensamiento, si Estados Unidos es, en esencia, una nación de clase media, no hay lugar para la lucha de clases. Nada, por supuesto, más alejado de la verdad, pero la falacia se mantiene y se refuerza mediante el discurso oficial y su eco abarcador de todos los medios.

La realidad es que la clase media estadounidense se ha ido debilitando y reduciendo, a un ritmo inquietante y peligroso para el sistema capitalista, desde hace más de treinta años. Se habla de la brecha creciente entre ricos y pobres pero apenas se alude a la que se abre también profundamente entre los ricos y la clase media y a la que se difumina entre la clase media y los pobres.

La situación se ilustra convenientemente mediante la “pirámide de Samuelson” (1) . Si construimos una pirámide con bloques de los que usan los niños para jugar, y cada pequeño cubo representa un ingreso de $1,000, el vértice de la pirámide sería más alto que la torre Eiffel para el 0,75 % de la población norteamericana, mientras que para la mayoría de la población no sobrepasaría una yarda de altura sobre el nivel del suelo. Si en lugar del ingreso utilizamos la riqueza acumulada como referente, el pico de la pirámide ya no alcanzaría la altura de la torre Eiffel sino la del monte Everest.

Saco esto a colación porque los avales otorgados por la Corte Suprema a la Ley de Salud Asequible (“Affordable Care Act”) más conocida por “Obamacare”, en medio de una virulenta oposición republicana, colocan de nuevo bajo luminarias el hecho de que decenas de millones de ciudadanos norteamericanos carecen de seguro médico, no son beneficiarios de cuidados preventivos de salud, o son discriminados por las compañías de seguros debido a condiciones patológicas preexistentes.

El sistema de salud de Estados Unidos depende demasiado de equipamiento auxiliar de alta tecnología. Es el más costoso del mundo y absorbe alrededor de un 14% del producto nacional bruto. En consecuencia, aquellos que poseen un buen seguro de salud reciben generalmente atención médica de primera calidad, aunque desprovista con frecuencia de calidez humana, mientras un segmento sustancial de la población no recibe o recibe limitadamente los beneficios del sistema. Es por este motivo que Estados Unidos, a pesar de que invierte en la esfera médica mucho más que cualquier otro país, no logra ponerse al frente en ninguno de los índices de salud y, por el contrario, en muchos de ellos ocupa un vergonzoso lugar detrás de países con muchos menos recursos.

Otro enfoque erróneo es que los problemas de salud se consideran comúnmente problemas individuales o, cuando más, confinados al campo de la medicina. Sin embargo, los problemas de salud están íntimamente vinculados al funcionamiento de toda la comunidad y a los problemas sociales en todas partes del mundo. Muchas enfermedades están ligadas directa o indirectamente a la pobreza o al hecho de pertenecer a una minoría racial o étnica. El SIDA, por ejemplo, o la drogadicción, requieren para combatirlos no sólo una coordinación global sino también el encontrar soluciones a los problemas sociales que favorecen su aparición y diseminación.

Existe sin duda una relación inversamente proporcional entre la salud y la clase social a la que se pertenece. En el sector de la población que se encuentra por debajo de la línea de pobreza, la mortalidad infantil es más alta y se presenta una mayor incidencia de toda una serie de patologías como afecciones respiratorias, diabetes, deficiencias nutricionales, artritis, incapacidades físicas, enfermedades infecciosas y mentales. Por otra parte, mientras más abajo en la escala social mayor es la probabilidad de ser víctima de accidentes y de actos criminales.

La esperanza de vida aumenta cuando se tiene mejor acceso a servicios médicos de calidad, a una dieta más variada y nutritiva y a una más amplia información sanitaria; cuando se vive en casas más confortables e higiénicas, se realizan trabajos menos agotadores, peligrosos y alienantes, se dispone de más tiempo para el descanso y la recreación, y se poseen los medios para viajar y disfrutar de los deportes, el arte y la cultura en general.

Los servicios de salud en Estados Unidos se corresponden con el sistema de estratificación de la sociedad. La distribución de los servicios médicos y su calidad siguen una pauta comercial y se fundamentan eminentemente en el lucro y no en la necesidad. La ganancia como base de las prestaciones de salud es mucho más acentuada en Estados Unidos que en el resto de los países desarrollados. Las desigualdades de clase se acentúan en relación con la pertenencia a minorías étnicas o raciales. Las minorías reciben generalmente cuidados de salud de menor calidad que la población blanca, incluso en aquellos casos en que los ingresos son similares y sus seguros médicos ofrecen, en teoría, la misma cobertura.

Los ampios recortes de los programas de asistencia social realizados por la administración Reagan dejaron trágicas secuelas ya que los trabajadores de bajos salarios no pudieron pagar el alto y creciente costo de los seguros médicos privados y, al mismo tiempo, quedaron excluídos de la ayuda gubernamental.

El que carece de seguro de salud puede, en caso de emergencia por enfermedad o herida grave, acudir a los hospitales estatales o del condado. El problema consiste en que estos hospitales suelen quedar muy lejos de donde vive el paciente, están siempre abarrotados, carentes de personal y sus presupuestos no alcanzan para cubrir todas las necesidades. No es de extrañar, por tanto, que los hospitales a donde van los pobres tengan las tasas más altas de mortalidad. Cualquier intento de reforma se enfrenta a la oposición de poderosas corporaciones médicas, farmacéuticas (“Big Pharma”), empresariales y de compañías de seguros, principalmente. Los tímidos cambios intentados por la administración Clinton en 1993 fueron bloqueados por los intereses que actúan a través del Congreso. La reforma de salud de la administración Obama, que hasta el año 2014 no desplegará toda su fuerza, tendrá que superar todavía muchos obstáculos, y el aspirante presidencial Mitt Romney ha prometido revocarla si resulta elegido. La ley es muy importante porque aumenta notablemente la cobertura de los servicios médicos y es un alivio para la población más necesitada pero, no exageremos su potencial de cambio, la nueva ley no resuelve ninguno de los graves problemas estructurales del sistema de salud, problemas que se derivan de una estratificación social altamente polarizada, una injusta distribución de la riqueza y desigualdades institucionalizadas. En el mejor de los casos, si la reforma logra al fin imponerse y tener éxito, estará todavía muy lejos de satisfacer el principio de que el pueblo tiene derecho a recibir servicios de salud universales y gratuitos, principio que sólo en la pequeña isla asediada del Caribe se aplica de manera integral y consecuente.


(1) Paul Samuelson (1915-2009): Premio Nobel en Ciencias Económicas. Uno de los fundadores de la Economía Neo-Keynesiana. Se opuso a las rebajas de impuestos a los ricos del presidente George W. Bush.

Fuente:
http://alainet.org/active/56149