Honremos la historia
Salvador Allende fue un hombre íntegro, un político de avanzado pensamiento humanista, convencido socialista consecuente en actos y pensamientos.
Fue
un revolucionario valiente no solo por el gesto heroico de inmolarse
antes que entregarse a su enemigos, fue valiente también por concebir y
trabajar sin descanso, toda su vida, por llevar el Socialismo a la cima
del poder político en Chile y lograr la justicia social tan anhelada y
reclamada por su pueblo, el mismo que lo llevó al triunfo en las urnas y
al cual juró lealtad hasta la muerte.
Allende, el padre revolucionario que puesto en la disyuntiva de preservar las mujeres que aun permanecían dentro del palacio de “La Moneda”, luego de exigirles a ellas que debían abandonar el lugar, dialoga minutos antes del bombardeo aéreo, con su hija Beatriz y frente a la observación hecha por esta ,de que serían capturadas y utilizadas para presionarle y obligarle a el a su rendición, dijo con decisión: “En tal caso dejaré que las fusilen y cargarán además de la traición , con la cobardía de asesinar mujeres indefensas”
Decisión y conducta semejantes a las de Allende, solo son propias en hombres que llevan en sí la dignidad y el decoro de muchos hombres como sentenciara nuestro José Martí
.
Actitud como esta recuerda la conducta un siglo atrás, del cubano Carlos Manuel de Céspedes, puesto en la encrucijada de decidir por la vida de su hijo a cambio de su rendición y su respuesta fulminante fue similar.
Por ello hoy tenemos en Cuba un Padre de la Patria que consideró en el trance a todos los cubanos como sus hijos. Por ello ante una actitud como esa, merece Allende igual honor.
Fue un hombre de su época, pero su pensamiento y su actitud trascienden hasta hoy, incluso con más fuerza, como un ejemplo de dignidad, patriotismo y lealtad a los principios.
Su idea de lograr un socialismo en libertad, democracia y pluralismo no fue una quimera, es posible, hoy lo vemos.
Cada momento histórico y cada escenario tienen sus particularidades. No hay fórmulas.
La refundación del socialismo en Latinoamérica, como se viene observando en Venezuela, es un proceso revolucionario con un fundamento social y humanista que nos recuerda los sueños de Salvador Allende, entonces, digamos que el destino del socialismo en Venezuela, su necesario triunfo y su futura consolidación, son un sentido y digno homenaje al pensamiento y la vida de Salvador Allende.
¡Comienzan ya a abrirse las Grandes Alamedas de América Latina!
La historia política de Chile revela que ha tenido ese país austral 36 presidentes hasta nuestros días, comenzando por Bernardo O´Higgins en 1817, el padre de la Patria primera y llega el merito y la historia hasta el presidente mártir que enroló su vida y su obra hasta su ultimo aliento. Bernardo O´Higgins y Salvador Allende, son sístole y diástole de un mismo corazón: el pueblo chileno.
Por estos días se refuerza la historia y la grandeza de hombres como Francisco de Miranda, al cual conoció O´Higgins en Londres, en su largo peregrinar por el mundo y de él se impregnó del espíritu independentista, que luego lo acompañara por el resto de su vida. Es la trasmisión de la dignidad en el tiempo, de hombres que como motañas levantan pueblos.
Hay un pasaje de la vida de O´Higgins que lo colocó en el pretil de la gloria cuando conduce con bravura a sus hombres en la batalla “El Roble” donde retumbaría entonces y hasta hoy , su clamor encendido cuando dijo “O vivir con honor o morir con gloria” y quizás, aun cuando Allende había decidido librar su ultima batalla en “La Moneda” hasta sus últimas consecuencias, en ese postrer momento, se estaba enlazando en la historia de su patria, al morir con gloria, elevando su dignidad al grado de heroísmo.
No se puede defender con pasión y entrega lo que no se ama, como de igual modo no se logra amar verdaderamente lo que se desconoce, por ello la importancia de trasmitir a las generaciones que siguen, la historia de nuestra América, las brillantes páginas de honor y gloria como las que en su día escribieron con su ejemplo personal Bernardo O´Higgins y Salvador Allende.
Honrar, honra, anunció José Marti, honremos entonces la historia.
Allende, el padre revolucionario que puesto en la disyuntiva de preservar las mujeres que aun permanecían dentro del palacio de “La Moneda”, luego de exigirles a ellas que debían abandonar el lugar, dialoga minutos antes del bombardeo aéreo, con su hija Beatriz y frente a la observación hecha por esta ,de que serían capturadas y utilizadas para presionarle y obligarle a el a su rendición, dijo con decisión: “En tal caso dejaré que las fusilen y cargarán además de la traición , con la cobardía de asesinar mujeres indefensas”
Decisión y conducta semejantes a las de Allende, solo son propias en hombres que llevan en sí la dignidad y el decoro de muchos hombres como sentenciara nuestro José Martí
.
Actitud como esta recuerda la conducta un siglo atrás, del cubano Carlos Manuel de Céspedes, puesto en la encrucijada de decidir por la vida de su hijo a cambio de su rendición y su respuesta fulminante fue similar.
Por ello hoy tenemos en Cuba un Padre de la Patria que consideró en el trance a todos los cubanos como sus hijos. Por ello ante una actitud como esa, merece Allende igual honor.
Fue un hombre de su época, pero su pensamiento y su actitud trascienden hasta hoy, incluso con más fuerza, como un ejemplo de dignidad, patriotismo y lealtad a los principios.
Su idea de lograr un socialismo en libertad, democracia y pluralismo no fue una quimera, es posible, hoy lo vemos.
Cada momento histórico y cada escenario tienen sus particularidades. No hay fórmulas.
La refundación del socialismo en Latinoamérica, como se viene observando en Venezuela, es un proceso revolucionario con un fundamento social y humanista que nos recuerda los sueños de Salvador Allende, entonces, digamos que el destino del socialismo en Venezuela, su necesario triunfo y su futura consolidación, son un sentido y digno homenaje al pensamiento y la vida de Salvador Allende.
¡Comienzan ya a abrirse las Grandes Alamedas de América Latina!
La historia política de Chile revela que ha tenido ese país austral 36 presidentes hasta nuestros días, comenzando por Bernardo O´Higgins en 1817, el padre de la Patria primera y llega el merito y la historia hasta el presidente mártir que enroló su vida y su obra hasta su ultimo aliento. Bernardo O´Higgins y Salvador Allende, son sístole y diástole de un mismo corazón: el pueblo chileno.
Por estos días se refuerza la historia y la grandeza de hombres como Francisco de Miranda, al cual conoció O´Higgins en Londres, en su largo peregrinar por el mundo y de él se impregnó del espíritu independentista, que luego lo acompañara por el resto de su vida. Es la trasmisión de la dignidad en el tiempo, de hombres que como motañas levantan pueblos.
Hay un pasaje de la vida de O´Higgins que lo colocó en el pretil de la gloria cuando conduce con bravura a sus hombres en la batalla “El Roble” donde retumbaría entonces y hasta hoy , su clamor encendido cuando dijo “O vivir con honor o morir con gloria” y quizás, aun cuando Allende había decidido librar su ultima batalla en “La Moneda” hasta sus últimas consecuencias, en ese postrer momento, se estaba enlazando en la historia de su patria, al morir con gloria, elevando su dignidad al grado de heroísmo.
No se puede defender con pasión y entrega lo que no se ama, como de igual modo no se logra amar verdaderamente lo que se desconoce, por ello la importancia de trasmitir a las generaciones que siguen, la historia de nuestra América, las brillantes páginas de honor y gloria como las que en su día escribieron con su ejemplo personal Bernardo O´Higgins y Salvador Allende.
Honrar, honra, anunció José Marti, honremos entonces la historia.