Nosotras y nosotros, participantes en la I Asamblea Latinoamericana del Movimiento para la Salud de los Pueblos procedentes de 19 países latinoamericanos y del Caribe, junto a delegadas y delegados de 13 países de otras latitudes, nos hemos reunido en Cuenca, Ecuador, del 7 al 11 de octubre de 2013, en un ambiente de fraternidad y compromiso, para debatir sobre nuestra lucha por el derecho a la salud en medio de la crisis de la civilización capitalista.
La Asamblea se da en un contexto marcado por una disputa entre dos grandes tendencias de hacia dónde debe dirigirse el futuro de la humanidad y del planeta.
De una parte, está la tendencia hegemónica en el mundo que busca recomponer el modelo de acumulación en pocas manos con terribles costos sociales y ambientales, impulsando el despojo de los pueblos mediante un hiperconsumo irracional, el extractivismo y la mercantilización de la salud, impuestos violentamente y con la criminalización de la resistencia y la protesta social.
Por otra parte, tenemos la tendencia emergente que busca el Buen Vivir común y la garantía de las precondiciones esenciales para la salud, defendiéndola como un derecho humano fundamental.
La crisis, de carácter integral, no puede ser enfrentada repitiendo las recetas neoliberales. Se requiere profundizar las alternativas populares y nacionales que enfrenten la raíz del sistema capitalista y sus manifestaciones en la economía y el trabajo, la migración forzada, la contaminación y el cambio climático, la ética y los servicios de salud.
América Latina y el Caribe aportan a la tendencia emancipadora de manera concreta con una historia y fuerte capacidad de resistencia y lucha por la justicia social, con alternativas e ideas, entre las que rescatamos las enseñanzas de los pueblos originarios que nos plantean la necesidad de equilibrio con la naturaleza y el vivir en armonía; el digno ejemplo del pueblo cubano que enfrenta un criminal bloqueo de más de medio siglo; y en general la solidaridad y la esperanza extendida en nuestro continente que son fuentes desde las cuales se construyen modelos alternativos y se recuperan las utopías.
Estando en marcha el debate sobre los objetivos post 2015, en primer lugar nos reafirmamos en los principios del Movimiento de Salud de los Pueblos expresados en la Declaración de Alma Ata, recuperados, actualizados y enriquecidos en nuestra Declaración para la Salud de los Pueblos aprobada en Bangladesh en nuestra I Asamblea Mundial de 2000, en la Declaración de Cuenca, de nuestra II Asamblea Mundial de 2005 y en el Llamamiento a la Acción de Ciudad de Cabo en la III Asamblea Mundial de 2012.
Cuestionamos la forma como desde los organismos internacionales se plantea la cobertura universal de salud centrada en paquetes básicos y servicios limitados a la capacidad de pago. Se reduce así el problema al acceso a los servicios médico asistenciales, que por supuesto son necesarios, pero generadores de inequidades si no son integrales, así como también insuficientes si no se enfrenta la determinación social de la salud que está en el mismo modelo de desarrollo. Es la protección del ser humano y la naturaleza lo que debe estar al centro de las políticas públicas y las políticas internacionales, dejando atrás la priorización de un desarrollo basado en el hiperconsumo y en un crecimiento económico insustentable e insostenible.
Demandamos que junto a la justicia social se establezcan los mecanismos de justicia ambiental, que incluyan el reconocimiento de la deuda ecológica y la responsabilidad diferenciada de los países desarrollados en el cambio climático y otros múltiples daños a la naturaleza.
Cuestionamos el ejercicio de diversos gobiernos de la región de criminalizar y judicializar la legítima movilización social de los pueblos de la región, al igual que rechazamos la profundización del proyecto extractivista que quieren implementar.
Hacemos un llamado especial al gobierno del Ecuador para que no avance en la explotación del Yasuní dado que profundiza el modelo extractivista, desoyendo el clamor del pueblo del Ecuador y de otros pueblos del mundo que planteamos andar por el camino del Sumak Kawsay, propuesta que precisamente se ha originado en el Ecuador. Igualmente, que no criminalice la protesta social gestando mecanismos democráticos para tramitar las divergencias que se dan entre el gobierno y los movimientos sociales.
De manera conjunta nos comprometemos a recuperar la salud de los ecosistemas y luchar contra las nuevas amenazas que mercantilizan la vida. De manera urgente nos oponemos a soluciones tecnológicas que pretenden ocultar los problemas sociales como son:
La Asamblea se da en un contexto marcado por una disputa entre dos grandes tendencias de hacia dónde debe dirigirse el futuro de la humanidad y del planeta.
De una parte, está la tendencia hegemónica en el mundo que busca recomponer el modelo de acumulación en pocas manos con terribles costos sociales y ambientales, impulsando el despojo de los pueblos mediante un hiperconsumo irracional, el extractivismo y la mercantilización de la salud, impuestos violentamente y con la criminalización de la resistencia y la protesta social.
Por otra parte, tenemos la tendencia emergente que busca el Buen Vivir común y la garantía de las precondiciones esenciales para la salud, defendiéndola como un derecho humano fundamental.
La crisis, de carácter integral, no puede ser enfrentada repitiendo las recetas neoliberales. Se requiere profundizar las alternativas populares y nacionales que enfrenten la raíz del sistema capitalista y sus manifestaciones en la economía y el trabajo, la migración forzada, la contaminación y el cambio climático, la ética y los servicios de salud.
América Latina y el Caribe aportan a la tendencia emancipadora de manera concreta con una historia y fuerte capacidad de resistencia y lucha por la justicia social, con alternativas e ideas, entre las que rescatamos las enseñanzas de los pueblos originarios que nos plantean la necesidad de equilibrio con la naturaleza y el vivir en armonía; el digno ejemplo del pueblo cubano que enfrenta un criminal bloqueo de más de medio siglo; y en general la solidaridad y la esperanza extendida en nuestro continente que son fuentes desde las cuales se construyen modelos alternativos y se recuperan las utopías.
Estando en marcha el debate sobre los objetivos post 2015, en primer lugar nos reafirmamos en los principios del Movimiento de Salud de los Pueblos expresados en la Declaración de Alma Ata, recuperados, actualizados y enriquecidos en nuestra Declaración para la Salud de los Pueblos aprobada en Bangladesh en nuestra I Asamblea Mundial de 2000, en la Declaración de Cuenca, de nuestra II Asamblea Mundial de 2005 y en el Llamamiento a la Acción de Ciudad de Cabo en la III Asamblea Mundial de 2012.
Cuestionamos la forma como desde los organismos internacionales se plantea la cobertura universal de salud centrada en paquetes básicos y servicios limitados a la capacidad de pago. Se reduce así el problema al acceso a los servicios médico asistenciales, que por supuesto son necesarios, pero generadores de inequidades si no son integrales, así como también insuficientes si no se enfrenta la determinación social de la salud que está en el mismo modelo de desarrollo. Es la protección del ser humano y la naturaleza lo que debe estar al centro de las políticas públicas y las políticas internacionales, dejando atrás la priorización de un desarrollo basado en el hiperconsumo y en un crecimiento económico insustentable e insostenible.
Demandamos que junto a la justicia social se establezcan los mecanismos de justicia ambiental, que incluyan el reconocimiento de la deuda ecológica y la responsabilidad diferenciada de los países desarrollados en el cambio climático y otros múltiples daños a la naturaleza.
Cuestionamos el ejercicio de diversos gobiernos de la región de criminalizar y judicializar la legítima movilización social de los pueblos de la región, al igual que rechazamos la profundización del proyecto extractivista que quieren implementar.
Hacemos un llamado especial al gobierno del Ecuador para que no avance en la explotación del Yasuní dado que profundiza el modelo extractivista, desoyendo el clamor del pueblo del Ecuador y de otros pueblos del mundo que planteamos andar por el camino del Sumak Kawsay, propuesta que precisamente se ha originado en el Ecuador. Igualmente, que no criminalice la protesta social gestando mecanismos democráticos para tramitar las divergencias que se dan entre el gobierno y los movimientos sociales.
De manera conjunta nos comprometemos a recuperar la salud de los ecosistemas y luchar contra las nuevas amenazas que mercantilizan la vida. De manera urgente nos oponemos a soluciones tecnológicas que pretenden ocultar los problemas sociales como son:
- el uso de semillas y especies transgénicas que modifican su contenido genético con imprevisibles resultados, arruinan a las y los campesinos, ocupan territorios enteros sin consultar a sus pobladores y convierten a las comunidades en laboratorios al servicio de transnacionales que impiden la soberanía de los países;
- la producción de agrocombustibles que sirven para incrementar la contaminación y alimentar a los vehículos mientras millones mueren de hambre;
- el uso de agrotóxicos como parte de una agricultura empresarial a gran escala;
- el énfasis centrado en procedimientos quirúrgicos y técnico-asistenciales que son paliativos con los que se enmascaran las causas estructurales subyacentes de la enfermedad, la exposición diferenciada y la mortalidad prematura que es prevenible;
- una industria farmacéutica que antepone sus ganancias a los derechos humanos, que patenta la vida para apropiarse de ella y que es uno de los motores principales del complejo médico industrial, que se aprovecha del resultado de la investigación colectiva, contando con la complicidad de un alto número de universidades y gobiernos.
Estas realidades generan más problemas que los que dicen combatir, afectando el equilibrio de los ecosistemas y generando enfermedad, muerte, resistencia bacteriana, exclusiones e inequidades sociales y sanitarias.
Ante eso nos pronunciamos por:
- un modelo de sociedad diferente que supere el capitalismo para establecer una nueva civilización verdaderamente humana basada en la solidaridad y la armonía con el entorno, condiciones para lograr el Buen Vivir;
- La realización de la Soberanía en Salud, a partir de construir en colectivo condiciones que permitan la Vida con Dignidad para las colectividades humanas y el entorno en el cual viven. Queremos que la Salud este en manos de las comunidades y de los pueblos, recuperando y valorando de esta manera la enorme riqueza de saberes, prácticas y experiencias en la protección y cuidado de la salud por parte de los pueblos de Latinoamérica y el Caribe;
- sistemas de salud públicos, universales, equitativos con justicia social, pluriculturales, que integren la promoción, prevención, curación y apoyo terapéutico. Términos éstos, de los cuales hay que recuperar su sentido, el cual va más allá del estilo de vida y hacen referencia a la integralidad de la persona y su contexto;
- instancias formadoras de trabajadoras y trabajadores por la salud que rompan con la imposición de formas mercantilizadoras del ejercicio de su labor y que eduquen en la perspectiva de la determinación social de la salud y de las inequidades, con responsabilidad social y compromiso directo con su comunidad;
- políticas públicas y gestión gubernamental que lideren esos cambios imprescindibles;
- amplia participación social a partir del fortalecimiento de los movimientos sociales, estructurando alianzas, que permitan a las poblaciones apoderarse de sus derechos y movilizarse para crear y defender políticas justas que antepongan el derecho a la salud y el equilibrio de los ecosistemas a los intereses del mercado, respondiendo al momento histórico de la crisis general que vivimos;
- sistemas de investigación, información y comunicación libres de espionaje, enmarcados en los derechos personales y colectivos, que permitan el flujo de ideas para la construcción de alternativas y la disposición social del conocimiento.
Sabemos que el buen vivir milenario puede salvar el planeta, las cosmovisiones emancipadoras de los pueblos originarios se revitalizan, se reconstituyen y pueden ser la base de los proyectos políticos de los pueblos luego de 521 años de resistencia. Vamos hacia la libre autodeterminación y autonomía de los pueblos y en este camino desde el Movimiento de Salud de los Pueblos buscamos aportar a construir la Soberanía de la Salud de nuestros pueblos.
Con alta alegremia nos convocamos a continuar el camino hacia la emancipación humana, para construir una Salud con Dignidad para las personas y la Madre Tierra.
Cuenca de Guapondelig
Octubre de 2013