El consejero delegado de Bayer pierde los nervios
al discutir sobre patentes. En su disculpa afirma que su objetivo es tratar a
todos.
La discusión con las
autoridades indias consiguió sacar de sus casillas al consejero delegado de
Bayer. En juego estaba la patente de su anticanceroso Nexavar, un fármaco de
última generación para tratar cánceres de hígado y riñón. “No creamos este
medicamento para los indios, sino para los occidentales que pueden pagarlo”,
saltó el consejero delegado de Bayer, Marijn Dekkers. Y varios medios lo han
recogido después.
Un excolega de
Dekkers, John LaMattina, le dio ocasión de disculparse después. En un artículo publicado en Forbes, el exdirectivo de Pfizer le recrimina
sus palabras. Y así dio pie a que Dekkers se explicara. Bayer remite a esas
declaraciones.
“Lamento que lo que una rápida
respuesta en el marco de una discusión haya salido a la luz de una manera que
yo no pretendía. No puede ser más contrario a lo que yo quiero y lo que hacemos
en Bayer”, dice Dekkers. Como compañía “queremos mejorar la salud y calidad de
vida de la personas, independientemente de su origen o ingresos”. “En cualquier
caso, estaba especialmente frustrado por la decisión del Gobierno indio de no
proteger la patente del Nexavar que nos había concedido la autoridad en
patentes del país. Estoy convencido de nuestra capacidad para innovar y en una
abierta discusión en la reunión, mientras expresaba mi frustración fundamental,
tenía que haber aclarado esto”.
“En
cualquier caso, me reafirmo en que hay ningún motivo para que un país debilite
la protección de la propiedad intelectual. Sin nuevos medicamentos, tanto las
personas de los países en desarrollo como las de otros más prósperos sufrirán”,
añade. Y concluye con una mención a que si bien los fabricantes de genéricos
tienen “un papel crucial que desempeñar”, “no invierten en investigación y no
producen nuevas curas o tratamientos, ni para los mercados en desarrollo ni los
desarrollados”.
El
enfrentamiento con India es uno más de un gran laboratorio con un país que aplica
rigurosamente una ley de patentes que les lleva a rechazar la protección de
algunos productos punteros (la mayoría de los casos porque no permiten
modificaciones en la patente original según avanzan las investigaciones en los
medicamentos, por ejemplo buscando sales diferentes). Fue lo que llevó al
conflicto con Novartis por otro anticancerígeno (el Glívec). Con esa política,
el Gobierno indio no solo consigue que la patente dure menos (lo que obliga a
los laboratorios a bajar sus precios para competir), sino que protege a su
pujante industria de genéricos.
Médicos
sin Fronteras, una organización muy combativa y que usa muchos genéricos en sus
actuaciones sanitarias, ha manifestado al respecto su deseo de que "el uso
de genéricos sea protegido". "A lo largo de los años que vienen,
sigue habiendo iniciativas legales y acuerdos internacionales que a ponen en
riesgo seriamente la producción de genéricos", ha dicho en un comunicado
José Antonio Bastos, presidente de la ONG. La investigación y desarrollo de
nuevos medicamentos no debe estar "liderado solo por el afán de lucro de
la industria farmacéutica, sino que hay otros elementos y otros componentes. La
industria debería ser mucho más parte de la solución que parte del problema. En
estos momentos, Médicos Sin Fronteras en algunos casos concretos está implicado
en investigación de productos nuevos para enfermedades que afectan a pacientes
con muy pocos recursos con contribuciones, con aportaciones de la industria
farmacéutica".