viernes, 17 de octubre de 2014

La epidemia del Ébola expone la patología del sistema económico y político mundial parte I









El 8 de Agosto de 2014, la Organización Mundial de la Salud declaró que el brote del virus del Ébola constituía “una emergencia de salud pública de alcance mundial”, a pesar de que habían transcurrido cuatro meses desde que la OMS informara que se había detectado un brote grave del Ébola en Guinea, África Occidental.1 La epidemia se desencadenó en Guinea y se propagó a los tres países vecinos de Liberia, Sierra Leona y Nigeria. Entre el 23 de marzo y el 22 de septiembre, la OMS recibió información de 5,843 casos y 2,803 muertes. A la fecha, 337 profesionales de la salud han sido infectados, de los cuales han fallecido más de 181.* La mayoría de expertos en salud pública coinciden en que las cifras oficiales reflejan una considerable subestimación de la extensión y  propagación de la enfermedad.2

Aunque no se cuestionan los datos sobre epidemias pasadas ni sobre la actual epidemia de la enfermedad, ni su forma de propagarse descrita más abajo, este comentario pretende ir más allá de los datos para arrojar luz sobre la etiología subyacente; es decir, los factores políticos, económicos y otros de carácter social que subyacen a la aparición del Ébola en el ámbito local y mundial, al igual que su propagación y alta tasa de mortalidad en este momento, y los entornos específicos en los que ha proliferado.

Epidemias del Ébola en las cuatro décadas anteriores

La enfermedad por el virus del Ébola (EVE), como se le llama ahora oficialmente, no es nueva. Hace 40 años que se descubrió la presencia del virus por primera vez. En 1976 se detectaron brotes simultáneos de la enfermedad, antes conocida como fiebre hemorrágica del Ébola, en Sudán y la República Democrática del Congo. El último brote se registró en una aldea a orillas del río Ébola, del cual derivó su nombre. Es concebible que las infecciones causadas por el virus del Ébola hayan pasado desapercibidas en algunas comunidades rurales antes de los brotes detectados. Desde 1976, varios países africanos han presentado 24 informes discretos de conglomerados de infección3. El cuadro siguiente ofrece detalles de brotes en los que se informó de más de cien personas infectadas antes de la epidemia actual.

Cuadro: brotes anteriores del Ébola con más de 100 casos4

                                                                                                                             
Se conocen cinco subtipos distintos del virus del Ébola que causan infección (Zaire5, Bundibugyo, Sudán, Reston y Taï Forest) cuya virulencia (v. g. la capacidad de causar síntomas graves) varía según el subtipo. La tasa de mortalidad (v. g. el porcentaje de personas infectadas que fallecen) puede llegar hasta 90% en un subtipo. No obstante, otro subtipo (Reston) del que se sabe que ha causado infecciones en seres humanos en Filipinas, no provoca víctimas fatales6. El subtipo más virulento del virus del Ébola es el causante del brote actual y tiene una tasa de mortalidad de 60% o más en la región.

Cómo se propaga el Ébola

Los seres humanos no son los objetivos principales del virus del Ébola. Éste afecta a las personas que tienen contacto directo con sangre, secreciones, órganos u otros fluidos corporales de animales infectados. En África, se ha establecido que el origen de brotes en seres humanos ha sido la manera de manipular a animales muertos o enfermos, como chimpancés, gorilas, murciélagos de la fruta, monos, antílopes de bosque y puercoespines7.

Se sabe que el virus ha causado epidemias graves en chimpancés y gorilas. Todos estos animales viven en las selvas tropicales y los países circundantes han sido centros de brotes del Ébola. Aunque se sabe que muchos animales están infectados por el virus, ahora se cree que éste reside sobre todo en unas cuantas especies de murciélagos de la fruta. A diferencia de otros animales infectados por el virus, estos murciélagos no muestran ningún síntoma de la enfermedad y, por lo tanto, sirven como reservorio del virus del Ébola.8

Todavía es un misterio que el epicentro de la epidemia actual en África Occidental esté a cientos de kilómetros de distancia del hábitat natural de los murciélagos de la fruta en África Central (donde habían tenido lugar todos los primeros grandes brotes epidémicos). Una hipótesis que se plantea es la posibilidad de que se hubiera producido un cambio importante en el hábitat de los murciélagos de la fruta, o que la infección haya sido importada de alguna manera a la región por contacto humano.

Cuando el virus ha infectado a una persona, ésta puede transmitirlo a otra por contacto directo (a través de una herida o de las membranas mucosas) con su sangre, secreciones, órganos u otros fluidos corporales; la enfermedad también se transmite por contacto indirecto con entornos contaminados por estos fluidos. Las costumbres funerarias tradicionales, en las que hay contacto directo entre los dolientes y la persona fallecida, también pueden ser una fuente de infección. Los profesionales de la salud que entran en contacto con pacientes infectados, corren mayor riesgo de infección cuando trabajan en condiciones antihigiénicas (v. g. sin la protección adecuada, con guantes, careta, overoles, etc.). Cuando una persona está infectada, es capaz de infectar a otros durante un plazo de hasta siete semanas después de recuperarse de la enfermedad.9

El período de incubación, es decir, el tiempo transcurrido entre el momento de contraer la infección y cuando aparecen los primeros síntomas, puede variar entre 2 y 21 días. Estos síntomas son muy similares a los de otras infecciones virales: fiebre alta, dolor muscular, garganta irritada y dolor de cabeza. Los pacientes se deterioran con rapidez y desarrollan otros síntomas, como vómito, hemorragia interna y sangrado externo, diarrea y sarpullido.

Por lo general, la enfermedad afecta el hígado y los riñones, aunque no sucumben a la enfermedad y suelen recuperarse por completo, sin ningún efecto residual.10

No hay medicamentos ni vacunas aprobadas para tratar o prevenir la enfermedad. A medida que ésta se desarrolla, el único cuidado posible es paliativo y muchas veces requiere hidratación intravenosa y apoyo respiratorio.

Es evidente que la calidad de la atención paliativa determina los resultados: casi todas las personas (personal extranjero) evacuadas a centros bien equipados han sobrevivido.